Eso es lo que tengo ahora.
Ayer se marcharon mis suegros. Tenía algunas entradas en el tintero sobre su estancia en mi casa (se llamaban “Cómo no ser una drama-suegra” y “La asquerosidad es subjetiva”) pero me amilané, no vaya a ser que ZF se pase por el blog y, con eso de la piedad filial, me pida el divorcio por escribir cosas malas sobre su madre.
Echando cuentas, he pasado más de un año de mi vida conviviendo con mis suegros, en China o en España. Más de un año, señores.
Ya se han marchado, dejando la nevera llena de comida y la casa como una patena. “¡Y te quejarás, jodía!”, pensaréis.
También tengo más tiempo porque mi churumbela mayor comenzó ayer el cole. Ahora tiene jornada completa, la pobre. Así, cada vez que la pequeña (que tiene 107 días*) se echa la siesta, me encuentro sin saber qué hacer. He perdido la práctica en eso de tener tiempo libre.
Se marchó un verano más. Espero que os haya ido bien a todos, y que tengáis las pilas recargadas para el nuevo curso.
Corto y cierro.
*No cuento los días, no, pero hace justo una semana celebramos (por insistencia suegril) los 100 días de su nacimiento.
